Desde siempre hemos encontrado obstáculos a nuestra vida, y hemos querido exterminarlos. Cuando alguien en la aldea era un obstáculo para conseguir más riquezas, se le dejaba muerto; cuando alguien en otro reino era un obstáculo a conseguir más súbditos, se le conquistaba; se han secado bahías para más tierra firme y se han extinto megafauna allí donde se pudiera. Y aun así no ha sido suficiente, siempre hay enemigos en la frontera para quien está todo el rato engulléndola.
La humanidad puede llegar a ser muy bruta, y sobre todo en los tiempos en que se tiene más tecnología que moralidad. Muchas veces trazamos un círculo y ponemos el mismo nombre a todo lo que queda dentro de ese círculo. Las langostas, los invasores y los escarabajos han sido problemas eternos, y quedan muchos años de plagas por delante de nosotros.
La gran carrera biológica
Desde el principio hemos estado juntos, nosotros y las “alimañas”, que unos tantos quieren y otros quieren exterminar de la faz de la tierra, al menos antiguamente. Antiguamente, hasta las especies autóctonas hacían daño. Tenía sentido, solían ser más fuertes, o más voraces, o más rápidas en movimiento o en reproducirse, y por tanto se quería quitar de en medio las que fueran contra nuestros objetivos de supervivencia y abundancia.
Tomamos por ejemplo la langosta, de tierra. Hay muchas especies detrás de ese nombre común, y llevamos peleados con estos comedores de grano y vegetales desde que aprendimos a apreciar en agricultura el grano y los vegetales. Salen en la biblia entre plagas egipcias, en las pesadillas de gente de Mesopotamia que hacía artefactos mágicos pensando ahuyentarlas, y hasta en templos griegos con un Apolo “parnopio”, de las langostas.
Pero aquí en España dominaba la Dociostaurus maroccanus, la langosta común. Era tan mala que se pensaba que venía de fuera, los registros más antiguos decían que venían del este, y hasta día de hoy hay gente que se piensan que vienen de Marruecos (de ahí lo de maroccanus), pero es más de aquí que muchos de los que yo conozco, porque más que venir volando se demostró otras cosas. Eso sí, cabe remarcar un fenómeno que ocurre a veces y se ve si tomas un ferry a las Islas Canarias donde podrás ver una bola horrenda de Langostas de tierra, en una marcha letal donde ruedan todas acumuladas, pasando sobre los cadáveres de sus camaradas sin importar el número hasta que toquen tierra.
La carrera biológica entre ellos nosotros también se parece: a la vez que queremos avanzar de nuestras brutas condiciones naturales, más quieren nuestros “enemigos” acercarse a nosotros. Seguro que no había tantas cucarachas antes como ahora con los edificios termorregulados, o con las palomas y nuestros edificios altos y sin depredadores mayores. Igual pasa con las langostas, que no formarían enjambres tan terribles si no dedicásemos grandes parcelas de tierras con el mismo tipo de comida para ellos, sin defensa alguna.
El científico Boris Uvarov, Ruso que emigró a Londres, estudió justo la langosta nuestra para ver qué problema pasaba, el por qué era posible que cuando hubiera sequía de repente saliese un enjambre terrible a devastar todo, hasta comerse la lana de las camisas que se cuelgan a secar al sol. En 1945, por parte del Centro de Investigaciones anti-langosta de Londres, vio que las langostas y los saltones se confundían tanto porque muchas veces eran la misma especie.
¿La diferencia? Las masas. Las langostas tenían una fase gregaria y otra fase solitaria, que alternaban en cuanto a disponibilidad de comida (escasez hacía que se tuvieran que juntar más). Tras eso y otros cuantos descubrimientos pasados más, consiguieron ver cómo hacer que se quedasen solitarios en vez de errantes, y tal es así que el año pasado fue noticia que hubieran venido langostas a Córdoba, de bien controlado que está el tema.

También la carrera tiene momentos curiosos. Entre las maneras de resolver las plagas, que se veían como azote de Dios, se dio por bueno en 1755 esparcir sobre el barrio del campo de la verdad en Córdoba agua bendita pasada por las reliquias (huesos) de San Agustín 1, patrón contra las langostas. Esos años la ciencia y la creencia cohabitaban hasta la misma ciudad, visto que en 1755 se hizo pasar por Rabanales, donde hoy día está el campus universitario homónimo, una piara enorme de cerdos al que se sabía que gozaban de devorar fanegas y fanegas de las langostas que habían llegado ahí por plaga desde las Sierras del norte de la provincia.
Una de las maneras de resolver este problema era con la organización del territorio, en la actividad de roturar tierras baldías, ya que era el lugar preferido para estos insectos. Esto no gustaba a la gente de las mestas, que preferían la tierra sin remover para alimentar así a su ganado, pero como en España se llevó mucho tiempo sus privilegios por motivos económicos y tradicionales, no se roturó y surgió motín tras motín de hambre2.
Tropezamos con nuestras piernas
Como hemos visto al final del otro apartado, pasa que nuestros intentos de mitigar invasoras suelen ser impedidos por nosotros mismos, o incluso el mismo método empeora la situación.
Pongamos como ejemplo los -cidas; herbicidas, pesticidas, fungicidas, toda clase de venenos artificiales suelen proyectar una sombra de esterilidad al futuro 3, y encima como suelen echarse de manera generalista, no discriminan en cargarse a la invasora o que se lo coma otro animal, muera envenado, y luego el próximo que se lo coma introduzca esta castración trófica al resto de la cadena.
Los pájaros, una vez diezmados, no son suficientes para las plagas que se crean después en su ausencia por insectos4, que como tienen ciclos reproductivos más rápidos hasta consiguen desarrollar inmunidades a los venenos, como puede comprobar fácilmente con hormigas, moscas, mosquitos y demás habitantes poco deseados domésticos.
Por supuesto, igual que impedían antiguamente revolver la tierra para reducir los riesgos de plaga de langostas, ahora también se intenta tachar métodos más eficaces de insecticida biológico como “demasiado caros”, pese a que suelen tener una sola aplicación una vez y los rociamientos parecen al principio definitivos y luego se vuelven periódicos y en mortal aumento 5.
Los moluscos, como por ejemplo los caracoles, son bastante resistentes a los controles químicos de varios -cidas 6 ¿Alguien me sabría decir por qué ahora y no antes teníamos tanta plaga de caracol manzana en arrozales y similares huertos a lo largo del país? Como se ha reducido la fauna que los quitaría del sistema, estos invasores hacen suyos los arroyos y depositan cúmulos rosas para que su descendencia haga lo mismo.
Mirando el grupo de organismos que nos parecen menos monos, las plantas, vemos que sufren problemas parecidos. Ya suficiente dije del Eucalipto , pero también pasa mucho problema con el ambiente ripario, las riberas, por su inestabilidad en estos tiempos entre canalizaciones y sequías.
Hay problema con los chopos, son buenos y sirven para depurar y dan valor socioeconómico, tanto que hasta se planta en zonas urbanas pies masculinos (las hembras expulsan pelusa y eso molesta), tanto que ahora el chopo híbrido comercial son casi todo clones, se mueven por los arroyos y amenazan la genética autóctona de los chopos locales, que también se ven amenazados por el chopo negro (6). Aquí vuelven a importar aves y murciélagos, que por virtud de insectívoros sirven mucho contra las plagas 7. También se puede hacer juego entre especies autóctonas para matar de sombra a especies invasoras como El avellano y el Ailanto 8, o descabezarlas y atacar con seta de ostra, preciada culinariamente, para el chopo híbrido 9.
¿Quién está invadiendo?
Ya mencioné que se creía que la Langosta común era de Marruecos, y también hay quienes creen que el cangrejo de río ibérico, actualmente desplazado por el cangrejo de río americano, era extranjero, y tampoco podría ser menos verdad eso (10). También hay especies como el eucalipto, que no se quiere llamar invasor para no amenazar los enormes beneficios de empresas extranjeras en suelo nacional.
Hay también discusión sobre traer plantas que se teoriza que ya estaban previamente, y hasta para algunas hay registro de su existencia, haciendo que de repente haya gente que quiera meter bisontes europeos en la sierra, castores en el Guadalquivir y algunos pájaros al cantábrico, aunque quizá sería más sabio favorecer más a las especies que están ya de por sí amenazadas y sí están en el ecosistema sin que haga falta traerlas, como las aves esteparias o las anguilas.
¿Crees que os salváis de la controversia? Vuestro gato, si lo dejáis fuera, es más peligroso que el cangrejo de río americano y el eucalipto juntos, y es igual de invasor porque ya se puede ver lo poco que se integra en el sistema natural, haciendo colonias felinas y siendo amparados por gente útil con malas premisas, queriendo sacrificar un ecosistema por una cara bonita.
Se sabe que hay una colonia felina en el área del monumento natural de sotos de la Albolafia, y legalmente deberían de estar protegidos los árboles con unas franjas metálicas para prevenir que depreden subiéndose a los árboles, ¿Creéis que hay alguien implementándolo ahí? También es por ley obligatorio que en esas zonas haya “escapaderas”, para que tengan rutas de fuga la fauna pequeña que tanto desean los gatos. ¿Habéis visto una escapadera en toda vuestra vida? Yo puedo decir sinceramente que no.
Con las palomas pasa igual, que pese a que al excelente programador Alva Majo les parecen merecedoras del dinero que invierte en ellas, es también nuestra culpa que haya tantos números, y sobre todo ahora que son inútiles también es culpa de los que nos rodean que no se quiera hacer nada al respecto. También son invasoras, también apenas están bien integradas, usando su tamaño para ser una amenaza a la prosperidad del resto de las aves.
También hay quien argumente que nosotros también somos invasores, pero yo nunca he visto a un gato haciendo una caja nido, y vemos especies que pese a ser invasoras se integran y pueden llevar a participar positivamente en el ecosistema. Es por esto por lo que yo pienso que más que invasor, somo una especie alóctona, que es una perspectiva más positiva sobre nosotros.
¿Qué nos espera?
Hice un mapa sobre las cotorras hace un tiempo, y ahora se expanden y casi tocan el campus universitario de Rabanales. Los gatos no parece que vayan a irse en ningún momento cercano, ídem las palomas, y se ve que por el cambio climático hay especies como el mosquito del Nilo que van a emigrar por nuestras nuevas temperaturas.
Lo que hace falta hacer ya se ha dicho y se sabe, solo queda que esté lo suficiente molesta al respecto la gente capaz de ejercer los cambios o que entre nosotros subamos gente capaz a esos puestos. Vaticino que habrá más invasores, y para salir bien de este artículo largo, quiero compartir con vosotros un texto que me gustó mucho que pasaron en el grupo de whatsapp de aves y naturaleza de Córdoba sobre un pez que está siendo atacado, como muchos más, por el siluro, una especie invasora que está haciendo estragos en el Guadalquivir y ha subido ya hasta Córdoba, sobre todo por gente queriendo usarlo para pesca deportiva.
“Sigo con el artículo de los esturiones...
Ésta es una historia triste de varios cientos de millones de años, y el drama es que se acaba en escasos 50… que es lo que llevó a la mano del hombre la extinción del esturión en el Guadalquivir.
Empecemos por el principio… hace un par de cientos de millones de años, que vaya usted a saber cómo pero sucedió, un pez de cuerpo alargado, fusiforme y de esqueleto imperfectamente oseo (con algunas porciones aún cartilaginosas, como prueba de su primitiva concepción) tras aventurarse osado un poco más lejos que sus congéneres, decidió seguir el dulzor del agua al pasar por la desembocadura de un rio caudaloso… Sanlucar no estaba allí, ni Tartessos, ni el hombre…
Era una hembra, venía cargada de huevas (que al final serían la perdición) y encontró subiendo por el gran rio un buen lugar para desovar, un fondo arenoso no muy profundo con abundante comida para los futuros alevines... Así comienza la historia, seguramente, del esturión del Guadalquivir.
Los peces, que nacen en pozas de agua limpia con fondos de grava del curso medio del rio, permanecen en él creciendo hasta al menos el primer año de vida; luego bajan a la desembocadura del rio, quedando a no mucha profundidad, generalmente en aguas del estuario o los alrededores de la desembocadura, alimentándose de poliquetos (gusanas) y creciendo… A los 10 años los machos y 15 años las hembras, alcanzada su madurez, ascendían –nótese el pretérito– el rio de nuevo para reproducirse.
Montones de millones de años pasaron sin demasiados cambios y los peces seguían su ciclo vital en este ambiente, más que adecuado para ello… hasta que un dia del Solutrense (18.000 años antes de nuestra era…), al acercarse a desovar en una orilla arenosa, una hembra fue arponeada, probablemente por algún hombre casi tan sorprendido como ella, perdonen que personalice. Éste, segun indican restos de esturión encontrados en la cueva de Nerja (Málaga) fue el primer contacto que conocemos de una difícil relación que acabó en desastre…
El río pasó a ser Bétis, al-wadi al-Kabir y luego Guadalquivir... Pero ambos, esturiones del Guadalquivir y humanos, pudieron seguir conviviendo… no era tan fácil pescar esturiones para los andaluces de entonces, aunque se convirtiese en una importante fuente de recursos ocasional, el rio era rico en peces, grande, y el hombre no los explotaba de forma sistemática. De todos modos, según los datos que comenta Alfredo Salvador en www.vertebradosibericos.org, en el Neólitico (de nuevo en la Cueva de Nerja), la Edad del Hierro y el Imperio Romano (Desembocadura de los rios Tinto y Odiel) hasta el Siglo XV (Yacimientos de la Cartuja de Sevilla), se ha documentado su explotación. Los Reyes Católicos otorgaron el monopolio de la preparación del caviale a los monjes de la Cartuja de Sevilla y el derecho de ahumar la carne de sollo (que así se le conoce en Andalucía al esturión) a una Cofradía sevillana que tenía su domicilio en el “barrio de los ahumadores” (Classen, 1947). En el siglo XIX se podía encontrar esturión en las pescaderías de Tortosa, Sevilla y Lisboa (Steindachner, 1866).
El principio del fin de aquella convivencia fue la presa de Alcalá del Rio: Construida en 1930 para un uso en principio de regadío y electricidad. Se trataba de una obra de vanguardia en la epoca ya que, con su aspecto de fortaleza, era la primera presa de compuertas de España y también la primera presa con sistema de alineación recta. Se la pretendió dotar de un sistema de exclusas que permitiera la navegación hasta Córdoba… pero nunca se hizo funcionar, para desgracia de los peces anádromos que las habrían necesitado para remontar el cauce del rio. Porque esto no solo afectó al esturión… Sábalos, alosas, albures o mújoles, anguilas, lampreas, incluso lubinas y doradas remontaban el cauce del rio grande para desovar y vieron así limitadas sus posibilidades, en algunos casos de forma dramática.
En 1932 era ya evidente que grandes peces se concentraban de manera abundante por debajo de la presa. Para mas inri, en 1956 se construye aguas arriba, en Cantillana, una presa similar a la de Alcalá del Rio. En 1933 la rama sevillana de la familia de empresarios vascos Ybarra establece en “Villa Pepita”, Coria del Rio, una factoría para la explotación del caviar y la carne del esturión que se pescaba en el Guadalquivir. Hasta ese momento, los peces capturados eran vendidos como pescado de la calidad más baja, y las huevas se utilizaban como alimento para cerdos (!)
Para esta explotación, que recibía peces capturados en todas las aguas abajo de la presa de Alcalá, se contrata al ictiólogo de origen Ruso T. Classen, el cual refina los métodos de captura, por un lado, y no deja de elaborar informes y recolectar datos de manera científica, por otro, en relación a todo lo procesado por la factoría de Ybarra. Su intervención es primordial para que podamos estar hablando, al hacerlo del esturion del Guadalquivir, de una de las extinciones mejor documentadas de la historia natural…
Classen no sólo era un excelente ictiólogo, sino que también consiguió mejorar bastante las técnicas de pesca de la gente de la zona: Los esturiones se pescaban con anzuelo y cebo, pero los equipos y técnicas traidos desde Rusia -básicamente sogas tendidas de orilla a orilla con muchos anzuelos cerca del fondo, para tratar de pinchar los peces a su paso- fueron esenciales para dar una dimensión industrial al asunto. Se trataba de aprovechar que los peces, especialmente las hembras cargadas de huevas, se movían muy cerca del fondo. Además Classen, aunque pueda parecer lo contrario, se preocupaba contínuamente por la conservación, denunciando cómo millones de alevines de esturión eran presas de las pequeñas mallas de las redes de embudo para las angulas e informando contínuamente, ya desde principios de los años cincuenta, de que en ausencia de un plan de conservación y repoblación de esturiones, el maná duraría muy poco... Tuvo razón.
Por los datos que recolectó Classen hemos podido saber el número de hembras y machos que se capturaron en cada año de producción, sus pesos, su productividad en caviar, etc. Estos datos nos dan a las claras informaciones esenciales para saber cómo y porqué se produce la extinción, de qué manera se daña y se alcanza la inviabilidad de una población y porqué llega a ser inviable. De esta época son también las fotos de éste artículo que, cedidas por la biblioteca de Coria, resultan espectaculares.
En el año 1970, de manera discreta, se cierra lafactoría de Ybarra en Coria con el motivo, cuando menos cínico, de la “falta de subida de peces por el rio...”. Nadie hizo caso a Classen cuando dijo que la población estaba sobreexplotada y no se reproducía lo suficiente por la ausencia de frezaderos, no hubo un Felix que hiciera público y notorio que la pérdida era ya irreparable... salvamos al lobo, al oso, al lince y al águila imperial, pero los peces no son tan visibles ni televisivos.
Pero aún quedaba alguno, lo que podía darnos esperanza, hasta 1992, año de Expos y Olimpiadas en que se capturó la última hembra de esturión del Guadalquivir conocida... Según relata Carlos Fernandez Delgado, en su recomendable informe para "rios con vida", se trataba de una hembra desovada según le dijo el chaval joven que la capturó, que no sabía lo que había pescado y que se la vendió al restaurante “Bigotes”, de Bajo Guía, donde la hicieron filetes y se la comieron (la imagen debajo es de antes del despiece...). Así somos los homo sapiens, capturamos el último ejemplar de una especie emblemática y nos la comemos. Imagine el lector si esto mismo hubiera pasado con un lince, un águila imperial o un oso. Ya veo los editoriales en los periódicos, el grito en el cielo, pero con los peces no pasa nada.
Lo dejamos aquí por ahora... La próxima entrega será sobre las perspectivas de futuro (que las hay y conviene discutirlas y formarse opinión) y el estudio científico de nuestros esturiones.
Si alguien pesca un esturión en el Guadalquivir, que lo cuide.”
Artículo Anterior:
P.192, Las plagas de langosta en Córdoba (1993), Rafael Vásquez Lesmes.
P.192, Vásquez
P.23, Silent Spring (1962), Rachel Carson
P.65, Carson
P.58, Carson
P.27 y 30, Gestión y conservación de las riberas naturales (2024), Ana Isabel Magide Herrero y Juan Andrés Oria de Rueda Salgueiro.
P.64, Magide
P.122, Magide
P. 121, Magide
(10) Manifiesto en defensa del cangrejo de río Ibérico.